martes, 28 de diciembre de 2010

Navidad

La Navidad me encontró aferrado a mi sueño.
Ella festejó tal vez como jamás en su vida, se la veía feliz, muy feliz, sonreía y cantaba, justamente esta canción que están oyendo.
Decidí contarle mi pasado, tan solo para serle completamente leal, y ella en su inmensa generosidad y valentía también me confesó su pasado de amores tortuosos. Todo es pasado, y como tal, pasó.
Fue maravilloso, verla danzando para mi, envuelta en un leve vestido, cantando y brindando sin alcohol obviamente, al son de esta canción que había oído antes, pero que jamás me resultó tan significativa.
Ella me enamora, día a día, me conmueve su pesadez física, sus torpes movimientos y esa necesidad de mi presencia constante, la manera en que busca mi abrazo, o simplemente mi mirada para sentirse segura... amo cuidarla y ayudarla incluso a ponerse de pie. Nada me molesta y aunque ella crea lo contrario, no me incomoda ni me disgusta ayudarla con alguna postura física o tomar descansos cuando vamos caminando, tan solo porque su pancita pesa. Cómo no esperarte amor mio? si estás tan hermosa así.
Nuestro hijo crece a pasos agigantados, y ella, pobrecita, soporta todo estoicamente, sus piecitos se inflaman, su espalda duele y la piernas hinchadas constantemente... el calor... que también hace de las suyas sobre mis amores...
Le regalé una enorme pileta (piscina) para que se refresque, para poder disfrutarla debajo del agua. Solemos nadar solitos, por la tarde o por la noche, y me fascina tomarla por la cintura, levantarla y abrazarla con su enorme pancita en medio, o tomarla por detrás y sostenerla flotando en mis brazos... me fascina verla transformarse día a día, bellísima.





Su piel ha tomado un tinte rosado, extremadamente suave, brillosa y satinada. Huele diferente, como a caramelo. Y sus pechos... que puedo decirles !!! aunque sean intocables momentaneamente, se me vuelven deseables, irresistibles aunque me contengo.
Casi todos los días le regalo flores, la llamo por teléfono dos o tres veces al día y la acompaño a todas partes. Le he presentado a todos mis amigos, conocidos, familiares, vecinos.
Soy feliz y quiero que el mundo lo sepa.
Nos encontró la Navidad abrazados, en familia, sonrientes y cantando.
Perfecto.
Soñado.
Voy a ser papá.
Y todavía.... no puedo creerlo !!!!!!!!!!!!!!!

lunes, 13 de diciembre de 2010

DORMIDA

Duerme a mi lado... si pudiesen verla...
Redonda su pancita cubierta por una sábana apenas, deja entreveer el largo de sus piernas brillosas, y lo abultado de su vientre me produce la ternura mas maravillosa.
Y yo que me creía un perdedor, sin la capacidad de amar, muerto en vida, hoy me encuentro abrazado a esta mujer soñada, cubierto de un amor puro y nuevo, esperando oír la palabra mas deseada por mi : papá.
Cómo agradecerle a este ángel que se duerme a mi lado como si yo fuese su mejor regazo. Como si fuese yo quién le da la vida, como si fuese yo el causante de esta felicidad.
Sos vos mi amor, vos quien genera todo lo que vivimos, con ese Amor que tanto necesito, con tu piel, con tu aroma y tu pelo. Vos que llevás al ser que nos une para siempre, vos que con tu maternal amor lo das todo por mi y por nuestro hijo, solo vos mi amor.
La abrazo y ella automáticamente responde dormida, confiada y segura en mi. No necesita despertar porque para ella la vida misma es un sueño, y sabe de antemano que puede dormirse a mi lado todo lo que desee porque voy a cuidarla y a velar por su tranquilidad.
Dormida la amo... dormida la miro y la cuido.
Dormida acaricio su pelo y ella sonríe un poquito, o tal vez no, tal vez esa leve sonrisa ya forme parte de su rostro. Tan hermosa.
Me recuesto suavemente sobre nuestro hijo y lo beso a través suyo, le hablo, le canto y lo acaricio... y aunque ella se despierta, continúa con los ojos cerrados sonriendo ampliamente.
Quiero darte todo, y aún es poco.
Por borrar mi pasado y conseguir que mi vida solo sea futuro.
Te amo sin reparos, como solo he amado una vez en mi vida, como te amo hoy mi amor.
Y te agradezco, por el sueño eterno que se va haciendo realidad de tu mano.
Y porque en tus manos me quedo, ahí quieto, esperando la orden como un perro fiel.


jueves, 2 de diciembre de 2010

EL GRAN DIA

Ese día amanecí temprano, nervioso. Aunque estuve ansioso y algo inquieto, me sentí seguro de la decisión. Varias veces había imaginado mi momento de dar el SI, pero jamás imaginé que alguien tan hermoso quisiese casarse conmigo. Juliana es buena persona, y además hermosa.
No puedo pedir mas a la vida, solo que Sebastián nazca bien.
Como les contaba, ese fue un día atípico. Tenía miedo de hacer las cosas mal, de no gustarle, de no estar acorde a la circunstancia. Me vestí con mi mejor elección, el mejor traje para el día del Civil y uno aún mejor para la noche de Iglesia.
Impecable, me dijo mi hermano cuando me vio.
El condujo el auto que me llevó a cambiar mi vida para siempre. Mi hermana había dejado a su propia familia para estar también en ese auto acompañándome, los dos sonrientes, bromeando todo el tiempo, "quien lo hubiera dicho... quién te ha visto y quién te ve... el soltero mas codiciado de América... etc" solté carcajadas mientras iba camino al Registro Civil y así feliz di el SI mas sincero de mi vida. Ella que había coronado su pelo brilloso con flores blancas, apoyó un pequeño ramo sobre nuestro hijito, y también me dio su mejor y mas sonriente SI . Muchísima gente, mis amigos, mi familia, sus amigos, su familia, todos aplaudieron y sonrieron. Mi mujer con la libreta de matrimonio entre las manos, sonreía radiante y segura, y yo en cambio, dejando de lado los papeles, delante de todas las personas que aplaudían le besé la panza, y le entregué el mas hermoso ramo de flores a los dos, jurándoles legalmente que iba a cuidarlos el resto de mi vida. Los flashes de miles de fotos y el arroz cuando salíamos coronaron el primer paso a mi nueva vida.
Por la noche nos esperó la Iglesia.
Un sacerdote joven nos recibió con felicidad por la decisión tomada ante la llegada de un hijo.
Llegué primero y me posicioné en el altar junto a mis hermanos que estaban increíblemente elegantes. Extrañé a mis padres, mis queridos viejos, y lloré por ellos y por mi felicidad.
La Iglesia repleta de gente, decorada con flores y cintas, marcándole el camino a mi mujer que todavía no se dejaba ver...
Impaciente miré el reloj, y ya era la hora establecida.
Una música comenzó a sonar, y las puertas de la Iglesia se abrieron.
Ahí estaba mi amor, maravillosa, irradiando una luz especial, mirándome directo a los ojos, emocionada con las mejillas mojadas por las lágrimas...
Pensé en silencio: no llores mi amor... no llores... aquí estoy mi amor...
Del brazo de su padre, llegó hasta mi.
Un suave vestido blanco, tan volátil y tan etéreo, envolvía su hermosa figura. Y entre la tela suave se podía notar lo hermoso de su vientre abultado, cubierto de flores, de moños suaves, orgullosamente luciéndolo como la mas maravillosa ofrenda a Dios.
Comencé a llorar al verla, porque lejos de querer ocultar su estado como suele suceder, ella lo lució, lo resaltó y orgullosa lo mostró ante Dios y ante todos nosotros que la amamos por eso.
Apoyé mi mano sobre su pancita y abrazándola por detrás juramos ante Dios que este amor será eterno.
Había un clima de felicidad constante, todos sonreían y aplaudían. Fue inolvidable.
La ceremonia de los anillos y las palabras de Amor que casi no pude pronunciar por la emoción... yo tenía que decirle: "Juro ante Dios y ante los hombres cuidarte y respetarte hasta que sea el designio del Señor, juro ante Dios y ante los hombres amarte y protegerte hasta el fin de mis dias. "
Pero era tanta mi emoción que apenas pude balbucear algo así como: " Juro ante Dios y ante los hombres amarte para siempre, y a nuestro hijo, y a todos los que vendrán, y te elijo como mi compañera para toda la vida".

Ella sonrió y el sacerdote asintió como disculpándome por no decir lo planeado con anterioridad...
Luego mirándome a los ojos, ella también cambió las palabras que me dijo, y entre lágrimas su voz me recitó: "Juro ante Dios y ante los hombres que es la primera vez que amo, con toda mi alma, y con todo mi cuerpo, y que me hace muy feliz entregarte mi vida entera...".

Lloré y lloré, y a la vez sonreí ... nos abrazamos fuertemente y ante los aplausos de las personas, silbidos y gritos alentadores, salimos de la Iglesia bendecidos, con nuestro hijo y el futuro por delante... con la fe intacta de los sobrevivientes.